Aunque cien años llegara a vivir
nunca olvidaría las tardes del Ritz.
Esta tarde del 18 de septiembre de 2018, será una tarde para no olvidar, pero no por su té, o por sus salones, o por sus bailes, sino porque como un gigante viejo y herido el Hotel Ritz se ha venido abajo...
Lo estaban reformando, renovando o como quieran decir, pero no ha podido más y se ha derrumbado, por desgracia arrastrando consigo una vida humana...
Después se ha quedado mudo, sordo, ciego, como un enorme buque en dique seco...
Y por allí, tras el estrépito, tras el ruido de ambulancias, bomberos, polvo, sangre, lágrimas su fachada, como los viejos galanes, parece intacta, erguida, pero por dentro va la penitencia...
Ha sido una mala tarde del Ritz, es una mala noche sin sueños, quizá con pesadillas, solo, vacío, triste...
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